EL HOMBRE AL MANDO DE LA PARROQUIA DE REÑACA
ENRIQUE OPAZO: UN SACERDOTE AL SERVICIO DE SUS FIELES
v Se considera inmensamente alegre, y amante de la libertad de expresión. Ha debido controlar más que nunca esa personalidad rebelde e inquieta que siempre lo ha caracterizado, para vestirse con ropajes divinos y dirigir una de las parroquias más populares del país.
Abro la puerta de la oficina sacerdotal, y nos encontramos frente a frente con un hombre oriundo de Molina, tremendamente hiperquinético, con muchas pololas en su juventud, niño problema en la época escolar, y admirador de los medios de comunicación. No es un político, ni un animador de televisión: es uno de los sacerdotes más reconocidos del territorio nacional. Y nos recibe con gusto, hablando de todo, y “para todos”:
¿Cómo fue su juventud?
Yo fui un niño RITALIN. Siempre muy inquieto, muy apegado a la naturaleza. A la vida. De mucha familia, de muchas amistades. Yo tuve una vida juvenil en mi infancia bastante extensa. Tuve bastantes pololas, en fin, normal.
¿Cuáles cree usted que son las mayores dificultades de su gestión?
Yo creo que la mayor dificultad que tenemos en general la mayoría de los sacerdotes es el mundo de la globalización que me parece re interesante. Y la gran aventura es salir a buscara la gente.
Entre esa búsqueda, reconoce que la juventud es un grupo que necesita ser escuchado, pues en la mayoría de los casos, ni sus padres tienen tiempo para ellos. Su mirada refleja un poco de soberbia, pero calidez cuando llegamos a tratar este tema:
¿Cree que el caso de Gonzalo Cárdenas, es, por así decirlo, el emblema de uno de los problemas más grande que tiene ésta comunidad, que es la hostil relación entre los pobres y los ricos?
Lo que pasa es que cuando uno vive e este sector, uno piensa desde aquí. Y piensa desde aquí, como aquel que puede ir, y hacer las cosas allá. Yo creo que es muy importante pensar desde allá, pensar desde los cerros. Y el mundo de la pobreza que hay allá arriba es real. Yo veo pasar aquí 4x4, camionetas, perfecto, yo no lo critico. Estaríamos sanando una deuda y evitando que muchos otros Gonzalos Cárdenas no mueran, porque otros muchos tendrían oportunidades que ahora no tienen.
Sin despegar su mirada del periodista, Opazo asume que el dinero es necesario, y no es malo para el hombre. Incluso reconoce que sus padres siempre tuvieron buena situación, y los bienes materiales no le faltaban. El problema está en: “Hacer de éste un fin, y no un medio”:
¿Siente que el dinero es una herramienta efectiva para solucionar los problemas de una comunidad como ésta?
Yo creo que el dinero es un arma de doble filo. El dinero no es un fin en sí mismo, y esa es la enseñanza que nosotros tenemos de Jesucristo, y tenemos que transmitirnos. Es un instrumento, que está bien gozarlo, yo nunca he tenido una predicación en contra de la gente que tiene bienes, me parece correcto. En el Antiguo Testamento los bienes y la fortuna eran una bendición. Pero esa bendición tiene que tener una consecuencia social. Yo no puedo encerrarme en mi departamento, en mi casa, y mirar al mar. Yo tengo que mirar al cerro.
¿Cómo hace la Iglesia para disuadir sobre temas como el consumo y el materialismo en una sociedad acostumbrada a éstos vicios?
Bueno, este sí que es un tema complicado. La solidaridad tiene que estar en la mente, tiene que ser parte de nuestra vida. A esta economía de mercado le falta la palabrita clave, economía social de mercado. Tenemos que acostumbrarnos al tema de compartir.
Conciliador con los adolescentes, políticos, empresarios, incluso con el resto de los credos:
¿Cómo es su relación con el mundo evangélico?
Bien, yo le tengo mucha buena onda al mundo evangélico, ese mundo ha hecho un aporte a éste país muy grande. A mí nunca me van a escuchar palabras en contra del mundo evangélico.
El solo mencionar o preguntar sobre la profesión periodística, a un profesional de los medios, es por así decirlo, la crónica de un insulto anunciado. ¿Quién puede querer tanto a los periodistas? Nadie más que Enrique Opazo. Un hombre capaz de adaptar el catolicismo al mundo de hoy.
¿Cuál cree que es la gran misión de los periodistas en nuestros tiempos?
Ah ver, el cuarto poder. Yo creo que el periodismo es una vocación social tremendamente grande. Yo me siento muy ligado al tema del periodismo por mi formación. Me da una inmensa alegría el hecho que los periodistas, por ejemplo, sean más eficientes que la propia policía. No solamente con el tema de los curas, imagínate eso, es un tema que lo han puesto los periodistas. Mi único reproche al tema del periodismo es la farándula. Yo creo que el respeto a la vida privada de las personas es tremendamente importante. Aquí hubo un periodista muy presente en la televisión que me dijo: “padre, yo te pongo 2 millones de pesos en billetes, para que no tenga problemas tributarios, para que usted vaya al programa. Yo le dije que no. Era un programa misceláneo importante. No me mires así porque no te voy a decir el nombre del programa.
¿Qué importancia le atribuyes al periodismo para construir democracia?
Yo creo que no funciona una democracia sin periodismo. A mí me molestó mucho el tema de la corte suprema. En Chile ya no hay personas de primera o segunda clase. ¿Por qué no poder sacar una fotografía a un magistrado, si se la puedes sacar a un cura? A un obispo lo pueden vestir de punk en la portada del “The Clinic”, todo lo que sea atentatorio contra la libertad de expresión yo lo abomino. Abomino el tema de que en Chile se haya prohibido, por ejemplo, pasar la cinta “Epopeya” por la televisión.
Llegamos al final de la conversación, y Opazo se siente más que satisfecho con las respuestas dadas. Asume la responsabilidad que tiene con la sociedad en la cuál difunde su credo: es simplemente un sacerdote comprometido con sus fieles.
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